A lo largo del día tomamos muchas decisiones, desde las más básicas a las más complejas. La mente tiene estrategias para aliviar esta tensión continua: las heurísticas.
Las heurísticas son rutinas inconscientes que funcionan como procesos cognitivos y nos permiten tomar decisiones y elegir alternativas de forma rápida y automática. Esto nos permite invertir menos recursos mentales en la resolución de problemas y “reducir” un poco esa carga mental que a veces tanto pesa. Sin embargo, las heurísticas pueden llevar a sesgos o distorsiones cognitivas y es que cuando pensamos rápido, a menudo no lo hacemos bien.
Al hablar de “heurística afectiva” nos referimos a la toma de decisiones rápida basada en las emociones presentes.
La afectividad es una reacción emocional a un estímulo (placer, dolor, miedo, etc.). A través de esta reacción evaluamos un suceso como positivo o negativo, llevándonos a comportarnos de una manera u otra en el futuro. El afecto altera la forma en la que percibimos la realidad, y por tanto, nuestro comportamiento.
La heurística afectiva está presente en cualquier toma de decisiones porque es la primera reacción, posteriormente se da un análisis más reflexivo de la situación.
Un ejemplo simple de la heurística de la afectividad aplicada a decisiones básicas y diarias sería hacer la compra de la semana. La compra conlleva tomar muchas decisiones rápidas y automáticas basadas en nuestra experiencias y asociaciones previas. Seguro que alguna vez has escuchado que no es bueno ir a comprar con hambre, porque tendemos a comprar alimentos menos saludables o en mayor cantidad. La heurística afectiva tiene una gran importancia en las decisiones que tomamos, desde en el modo en que nos alimentamos, en el que compramos o hasta en cómo reaccionamos ante las dificultades del día a día.
A diario nos encontramos con situaciones en las que tenemos poco tiempo para reflexionar, por lo que tomamos gran parte de nuestras decisiones en función de nuestras emociones y estado de ánimo.
Un heurístico afectivo es una estrategia usada para resolver problemas puntuales de forma rápida y simple. Son respuestas y elecciones inconscientes que dependen de nuestras emociones y sentimientos en ese momento. Estas respuestas automáticas se basan en experiencias y asociaciones previas. Un buen ejemplo, sería haber tenido un mal día y decidir salir de compras o de copas, basándote en que anteriormente te has sentido bien haciéndolo.
La heurística afectiva aparece cuando vamos a un ritmo acelerado y no hay tiempo para pararse a pensar cual es la decisión más oportuna, pero también cuando tenemos un estado de ánimo muy bajo y no tenemos la capacidad reflexiva necesaria para ver las cosas de otra manera y de forma más clara.
Este “atajo mental”, que basado en nuestras emociones, media en nuestras decisiones, nos llevará, a veces, a estar en lo cierto, pero otras muchas veces podemos caer en conductas nocivas y dañinas para nosotros mismos y/o los demás, de las cuales nos podemos arrepentir más tarde (ejemplo: trastornos de alimentación, adicciones, etc.).
La idea no es excluir este componente emocional de nuestra toma de decisiones, sino aprender a separar, entender, manejar, integrar y dominar nuestras emociones. Promover un pensamiento lento y deliberativo en vez de dejarnos llevar por los impulsos emocionales, es clave para tomar buenas decisiones.
El concepto de heurística de la afectividad nos recuerda que las emociones son más importantes y poderosas de lo que creemos, por eso es fundamental saber identificarlas y gestionarlas adecuadamente.