La forma en la que nos referimos a nosotros mismos condiciona cómo afrontamos los problemas, las decisiones que tomamos y cómo nos sentimos. Es decir, es algo que modifica la forma en la que nos relacionamos con los demás y con nosotros mismos.
Si bien es cierto que ser consciente de nuestras capacidades y limitaciones de forma realista no garantiza que vayamos a conseguir todos nuestros objetivos, nos ponemos más piedras innecesarias en nuestro camino cuando nos enviamos mensajes nocivos. El autodiálogo son nuestros pensamientos, nuestro diálogo interior que se encuentra casi continuamente activo consciente e inconscientemente.
Una forma de transformar el lenguaje que utilizamos para referirnos a nosotros mismos cuando éste es negativo (autoexigente, autocrítico, victimista o catastrófico) son las afirmaciones positivas. Son frases que, con las suficientes repeticiones realizadas con convicción y en voz alta, se pueden terminar percibiendo como reales. Estas afirmaciones suelen funcionar cuando se formulan en presente con palabras positivas y absolutas: “estoy orgulloso de la persona que soy”, “me acepto tal y como soy”.
Las afirmaciones positivas se suelen utilizar en áreas vitales como el amor propio, el trabajo, la salud o el éxito, entre otras. No obstante, es importante ser conscientes de que su contenido no debe surgir del engaño: por ejemplo, me repito constantemente que me encanta mi trabajo cuando en realidad no me gusta. Al fin y al cabo, el objetivo de estas repeticiones es conseguir una sensación de acompañamiento creíble, amable y optimista, lo cual se traducirá en un impacto positivo en nuestro estado de ánimo y una mayor confianza en nuestras capacidades.