También conocido como el síndrome del fraude, el síndrome del impostor consiste en la incapacidad para asociar los propios logros con la valía personal. Es decir, cuando algo sale bien, se suele pensar que ha sido obra del azar o un golpe de suerte. Estas creencias suelen ser más frecuentes en personas con grandes capacidades, inteligentes y hábiles. No obstante, tienden a sentir que no son tan competentes como la gente cree, por lo que viven con el miedo de que se descubra que son un fraude. Esto genera un profundo malestar en todas las áreas vitales, impactando especialmente en la autoestima y la percepción que se tiene de uno mismo.
Algunos comportamientos que están relacionadas con el síndrome del impostor son:
- Creer que no merecemos las cosas buenas que nos ocurren.
- Cuestionar constantemente nuestros logros.
- Atribuir el éxito a causas externas.
- Desconfiar de nuestra valía personal.
- Ser perfeccionistas.
- Tener intolerancia al fracaso.
- Compararnos constantemente con otros.
- Tener miedo a que la gente descubra que no somos tan buenos como creían.
No obstante, es importante tener en cuenta que padecer alguna o varias de estas características se puede deber a otras causas.