¿Por qué es fundamental su desarrollo?
La inteligencia emocional (IE) (Salovey & Mayer, 1990) es la capacidad psicológica de atender, expresar, comprender, utilizar y manejar las emociones propias y ajenas, con el objetivo de influir de manera adaptativa en nuestro contexto. La IE se compone de diferentes habilidades establecidas de forma jerárquica: percepción, facilitación, comprensión y regulación emocional. La autorregulación emocional es la capacidad afectiva con mayor complejidad dentro del constructo IE, ya que se sirve de todas las demás para su correcta ejecución (Salovey & Mayer, 1997). La IE es un predictor estable de bienestar psicológico (Martins, Ramalho & Morin, 2010) y de ajuste psicosocial (Gázquez, Pérez-Fuentes, DíazHerrero, García-Fernández & Inglés, 2015), y una habilidad socioemocional clave que permite flexibilidad en acontecimientos vitales estresantes (Young, Sandman & Craske, 2019). La IE comienza a desarrollarse en la adolescencia temprana con ayuda de las figuras correguladoras (Young et al., 2019).
Durante la adolescencia, la IE es un constructo fundamental, por ser una de las causas principales de los problemas de salud mental (Hervás, 2011; Martins et al., 2010) como, por ejemplo, la falta de habilidades para gestionar emociones desagradables (Schafer, Naumann, Holmes, Tuschen‑Caffier & Samson, 2017). A este respecto, algunos estudios han mostrado asociaciones entre la ausencia de IE y altos niveles de ansiedad en adolescentes, más aún, en
acontecimientos vitales estresantes (Martins et al., 2010; Sackl- Pammer et al., 2019; Young et al., 2019). Además, distintas investigaciones han demostrado cómo los acontecimientos vitales estresantes, en concurrencia con dificultades en IE, pueden modular nuestra personalidad (Gázquez et al., 2015; Lloyd, Klinteberg & Demarinis, 2016; Sanjuan & Magallares, 2006; Orth, Robins & Meier, 2009). Acontecimientos vitales como una mudanza, el divorcio de tus padres o el duelo de una persona muy cercana.
Ambientes muy invalidantes, principalmente a nivel familiar donde predominen problemas en la interacción, experiencias traumáticas, negligencias emocionales y maltrato, dificultan el desarrollo de capacidades como la autoestima, la autorregulación emocional, la capacidad de afrontamiento y la resolución de problemas (Hankin, 2010; Páez, Fernández, Campos, Zubieta & Casullo, 2006; Shaffer, Huston & Egeland, 2008). Esta situación aumenta la vulnerabilidad de desarrollar sintomatología en un futuro (Hervás, 2011; Martins et al., 2010; Shaffer et al., 2008).
El programa INTEMO (Ruiz-Aranda et al., 2013), diseñado en interés de entrenar a la población adolescente en IE, basado en el modelo teórico de Mayer y Salovey (1997), ha aportado evidencia empírica sobre su eficacia en la disminución de determinados síntomas psicopatológicos, así como en el aumento de la autoestima (Ramos-Díaz, Jiménez-Jiménez, Rodríguez-Fernández, Fernández-Zabala & Axpe, 2017; Ruiz-Aranda, Salguero, Cabello, Palomera & Fernández-Berrocal, 2012).