Paloma Gómez
¿Cuántas veces has escuchado alguna de estas frases: “No seas tan sensible”, “Llorar es de débiles” o “Hay que ser fuerte”?
Hoy en día, todo el mundo nos enseña a callar, a no expresar lo que sentimos o lo que pensamos, a guardar las formas, a no sacar “afuera”, etc. Es el clásico momento que te encuentras en un sitio público y necesitas llorar pero te cubres la cara por vergüenza para que no te vean.O ese momento en el que te pregunta un familiar “¿qué tal estás?” y piensas “Fatal, para que te voy a mentir…” pero contestas un escueto “Bien, y tú?”. Todo esto va generando un nudo emocional que va creciendo a lo largo del tiempo, la bola se hace cada vez más grande, hasta que un día te explota en forma de síntomas de ansiedad.
Que importante es expresar las emociones: la tristeza, la alegría, el enfado, los miedos, la ira, y el asco. Todas ellas son naturales y forman parte de nuestro día a día. Las emociones son una respuesta de activación del organismo ante un acontecimiento externo o interno. No hay emociones malas, no obstante algunas son más aceptadas socialmente, y otras menos. Pero lo importante es que nuestro cuerpo es sabio y nos habla a través de ellas y podemos aprender a escucharlas.
Las emociones mencionadas, se denominan emociones primarias ¿Cuáles son las funciones de estas emociones? La alegría, favorece el acercamiento a los demás, promueve el logro de nuevas metas y objetivos e impulsa a la acción. La tristeza, fomenta la búsqueda de apoyo social y ayuda a curar heridas. El miedo, protege de estímulos percibidos como amenazantes. La ira, advierte del deber y derecho de defender nuestros límites y necesidades. Y finalmente el asco, nos ayuda a rechazar y eliminar estímulos que pueden provocar una intoxicación.
Además de las emociones primarias, podemos señalar también las emociones secundarias, que son aquellas que podemos encontrar debajo de cada una de las emociones primarias. Éstas son más complicadas de identificar pero, muy necesarias en nuestro día. ¿Qué nos encontramos debajo de la tristeza? Abandono, culpabilidad, vacío, vergüenza, indiferencia, desesperanza, arrepentimiento o incluso vacío. ¿Qué nos podemos encontrar debajo de la ira? Odio, celos, irritación, frustración, desconfianza,u hostilidad. ¿Qué podemos encontrar debajo del miedo? Rechazo, inseguridad, humillación, insuficiencia, ansiedad, inferioridad o además cierta preocupación. ¿Qué emociones hay debajo de la alegría? Motivación, valentía, aceptación, orgullo, seguridad, esperanza o satisfacción.
Empezar a comprender esta parte de nosotros mismos requiere conocer cuales son las emociones y qué función tienen en nuestra vida. Así pues, posteriormente resultará más sencillo identificar qué estamos sintiendo, para luego poder gestionarlo.
Muchas veces, vamos acelerados por la vida, buscando ser el trabajad@ perfect@, siendo novi@s perfectos, amig@s perfectos, hij@, padre o madre perfect@s… En definitiva, cuidando a todo el mundo menos a nosotros mismos. La tarea de cuidarnos queda al final de la fila de nuestras prioridades. Entonces, es cuando, nuestro cuerpo nos reclama atención a través de las emociones. Y si nos tragamos la emoción y no la expresamos, un día nuestro cuerpo nos dirá ¡Basta ya!
Y tú, ¿escuchas tus emociones? ¿Te das permiso a expresarlas? ¿Te atreves a pedir ayuda y a ponerte en primer lugar de vez en cuando?
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